No hay nada de estraño en el relato

Eso sucedió durante tres años. No hay nada de estraño en el relato.


Ella parecía mayor que yo -sí, problablamente lo fuera-. Subía en una parada de un barrio marginal pero no creo que se criase allí; tenía porte, estilo, una belleza caprichosa y un andar llamativo. No se secaba el pelo al salir de la ducha y cuando se sentaba en el último asiento del autobús le goteaba el agua y se lamía las gotas que llegaban a las comisuras de los labios. Se recogía el pelo a las 7:44 si es que el autobús no iba con retraso. A las 7:45 sacaba la libreta gris y se ponía a escribir. Observaba a la gente desde una distancia prudencial, luego miraba a un punto fijo y escribía con prisa.

Yo la observaba por el reflejo de la ventana y con los cascos puestos pero con la música en pausa – creo que ella lo sabía, que la observaba-. A las 7:49, justo cuando el autobús maniobraba con dificultades en la esquina del colegio para niños especiales, sacaba un pintalabios rojo tirando a granate y se pintaba los labios a la perfección, sin llegar nunca a romper la cuarta pared de ese espectáculo; no se miraba en ningún espejo ni en ningún reflejo, pero parecía que sí. Después tapaba el pintalabios con la misma elegancia que hacia todo lo demás y se ponía los cascos – también rojos-. Ya eran las 7 y 51 y yo llegaba a mi parada. Me levantaba con la máxima discreción posible y hacía equilibros para no caer al suelo llevada por las sacudidas del autobús. 


Entonces me quedaba de pie frente a la puerta esperando a que se abriera. Reprimía cualquier sonido e incluso a veces contenía la respiración. Notaba su mirada clavada en mi nuca. Me miraba. Cada día me miraba. Lo sé. Estoy convencida. Sí.

Pero nunca -durante esos tres años- me atreví a comprobarlo. Y como un animal acobardado e herido por uno de su misma especie, me giraba solo cuando ya pisaba el suelo de la calle. Me giraba unos 30 grados. Y entonces, a las 7:53, nos mirábamos. 



Y al día siguiente igual y al otro y al siguente. Y todos los dias de lunes a viernes durante tres años. 
Después me cambié de instituto y ya no la vi más. 


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